Son 5 las heridas emocionales más importantes de la infancia. La Herida del Abandono es la 1ª y quizás la más conocida. Cómo identificarla y las consecuencias que trae en la edad adulta.

Ya cada vez es más sabido que nuestras creencias, pensamientos, acciones y reacciones en la edad adulta, son el resultado y la consecuencia de lo vivido, observado y aprendido durante nuestra infancia y adolescencia.
Por lo tanto, todo lo que nos sucede hoy, las relaciones que establecemos con otros e incluso la vida que tenemos, no es más que la repetición de patrones inconscientes que han quedado grabados en nuestro cerebro, en nuestro cuerpo y en la memoria emocional desde la más tierna infancia.
Esta es la razón por la que hay cosas que por más que queramos cambiarlas y seamos conscientes de que aquello no nos gusta o no nos hace bien, volvemos a repetirlo y a caer en ello, una y otra vez, pues al igual que con los ordenadores 'el programa sigue corriendo'. Y ese programa son las heridas emocionales de la infancia.
Este es el primero artículo de la serie "Las 5 heridas emocionales de la infancia" y comenzaré hablando sobre la herida del abandono.
El Abandono
Esta herida se produce en la primera infancia cuando mamá, papá o ambos no están presentes para cubrir las necesidades del niño(a), lo que va generando a nivel muy inconsciente miedo a estar solo, porque un(a) niño(a) pequeño(a) no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir si no cuenta con los cuidados de otras personas. Por lo tanto, cuando el niño(a) no tiene a sus padres cerca, cuando siente hambre, frío/calor, se ha hecho encima (pipi/caca), o tiene miedo por algo, esa experiencia la percibirá como abandono.
Aunque haya otro adulto que le pueda cubrir las necesidades, el afecto, los abrazos y el amor de mamá y papá son insustituibles y fundamentales para su crecimiento y desarrollo.
Lo delicado y complejo de esta herida, es que se puede producir aún viviendo con papá y mamá. Pero si alguno de ellos o ambos salen durante todo el día, o incluso que estén en casa pero no le estén prestando atención en momentos que para él/ella son importantes o necesita de sus caricias y mimos, el niño(a) puede comenzar a percibir aquello como abandono.
Mayoritariamente las heridas de abandono se producen por la suma de momentos específicos en los que el niño(a) ha necesitado a mamá o papá (o ambos) y ellos no han estado por él/ella, aunque estuvieran en casa, o el pequeño(a) estuviera a cargo de otro adulto que lo cuidara. Por tanto, si esos momentos o situaciones se repiten durante un largo tiempo, o en los hitos mas importantes de la vida del niño(a), por ejemplo: presentaciones artísticas, competiciones deportivas, actos del colegio, graduaciones cuando cambia de ciclo escolar, enfermedades, días en que le pasó algo que le hizo mucho daño (sea una herida o peleas en el colegio, etc.), eso irá dejando una huella y se irá abriendo la herida del abandono.
El tema es que no existe ni es posible elaborar un manual ni un listado de cosas o situaciones que pueden provocar heridas de abandono, pues cada niño(a) tiene su propia percepción de lo que para él/ella es un momento importante en el que necesitó que estuvieran mamá o papá presentes. Por eso encontramos muchas veces hermanos que se han criado con ambos padres, que se han ocupado de ellos, pero uno manifiesta y sufre por heridas de abandono y el otro en cambio no le pasa nada.
No obstante lo anterior, actualmente se están empezando a visibilizar serios problemas y conductas de niños con heridas de abandono, sobre todos en las nuevas generaciones de niños, que han nacido después de la irrupción de las tecnologías móviles, pues cada vez más padres hacen un abandono pasivo de sus hijos, es decir, que aún estando con ellos, se quedan enganchados a los móviles, tablets u ordenadores, y están más por lo que aparece en las pantallas que no por lo que están haciendo sus hijos(as).
¿Cómo identificar la herida del abandono cuando somos adultos?
